El deseo de Paulina por superarse está latente y se topa con un viejo amigo, quien le da una gratificación.

Paulina demanda a sus hijos y los echa de su casa.

Tras el fallecimiento de Vicente, sus hijos pretenden alejar a su madre y quedarse con sus posesiones.

La esposa de Vicente no puede más y piensa en una salida fácil a sus problemas.

Vicente no despierta del sueño eterno y deja como beneficiarios de sus bienes a sus tres hijos.

Paulina pasa el peor cumpleaños de su vida y le confiesa a su amiga lo que quisiera hacer con Vicente.